10 juin 2016

Obispo San Ignacio Brianchanivov, De la Oración y del Combate Espiritual

Los frutos de la oración incesante.

Es por la oración que el asceta alcanza una pobreza espiritual auténtica. Aprendiendo a pedir sin cesar la ayuda de Dios, pierde poco a poco su confianza en si mismo. Si hace algo con éxito, no ve allí su propio logro, sino que lo atribuye a la misericordia divina que implora sin cesar. La oración incesante lleva a la adquisición de la fe, pues aquél que ora continuamente comienza gradualmente a sentir la presencia de Dios. Ese sentimiento se desarrolla poco a poco, de tal modo que el ojo espiritual llega a reconocer a Dios en su Providencia mejor de lo que el ojo natural ve los objetos materiales; y entonces el corazón conoce la presencia de Dios por una experiencia inmediata. Aquél que ha visto a Dios por una experiencia inmediata. Aquel que ha visto a Dios de esta manera y ha sentido así su presencia, no puede dejar de creer en él con una fe viviente que se manifestará en sus actos.

La oración incesante vence al mal mediante la esperanza en Dios; conduce al hombre a una santa simplicidad, separando su intelecto del hábito de dispersarse en pensamientos distintos y hacer planes sobre si mismo y sobre su prójimo, y manteniéndolo siempre en una pobreza y una humildad de pensamientos. Es en esto que consiste la formación del hombre de oración. Aquel que ora sin cesar pierde gradualmente el hábito de dejar vagar sus pensamientos, de estar distraído, de estar colmado de vanas preocupaciones, y cuanto más profundamente se arraiga en el alma ese impulso hacia la santidad y hacia la humildad, más se pierden los hábitos precedentes. Finalmente, llega ser como un niño, tal como lo recomienda Cristo en el Evangelio; llega a ser loco por amor de Cristo, es decir, pierde la falsa sabiduría del mundo y recibe de Dios una inteligencia espiritual.


La curiosidad, la desconfianza y las sospecha son igualmente destruidas por la oración incesante; a partir de allí, los otros comienzan a parecernos buenos, y de esta transformación del corazón nace el amor por los hombres. Aquél que ora sin cesar permanece constantemente en el Señor, reconoce al Señor como Dios, adquiere el temor de Dios del cual nace la pureza, y está da nacimiento al amor divino. El amor de Dios lo colma con los dones del Espíritu Santo, del que es el templo.




Dos etapas en la oración. El martirio interior.

Cuando se inicia la vida de oración se ora únicamente por esfuerzo personal. Sin ninguna duda, la gracia de Dios viene en ayuda de cualquiera que oracion sinceridad, pero no revela su presencia. Durante este período, la gracia de Dios viene en ayuda de cualquiera que ora con sinceridad, pero no revela su presencia. Durante este período las pasiones ocultas en el corazón entran en juego y conducen al que ora a un verdadero martirio en el cual victorias y derrotas se alternan sin detenerse, y tanto la libre voluntad como la debilidad del hombre son claramente puestas en evidencia.

En segundo período, la gracia de Dios hace sentir su acción y su presencia de manera sensible, uniendo el intelecto al corazón y haciendo posible una oración sin ensueños ni distracciones, hecha con un corazón pleno de calor y lágrimas. En ese estadio, los pensamientos malos pierden su fuerza y cesan de dominar al espíritu.

La primera etapa en la vida de oración puede ser comparada a los árboles desecados por le invierno; la segunda, a esos mismos árboles cubiertos de hojas y de brotes por el calor de la primavera. En los dos casos, el arrepentimiento debe ser el alma y el fin de la oración. En recompensa por el arrepentimiento que el hombre le ofrece mientras avanza todavía por su propio esfuerzo, Dios le acuerda, cuando le place, un arrepentimiento lleno de la gracia divina. Y el Espíritu Santo, una vez que ha penetrado en el hombre, intercede en él con gemidos inefables...Intercede a favor de los santos según la voluntad de Dios" que sólo él conoce (Romanos 8, 26-27).

De todo esto, resalta claramente que las tentativas del debutante por alcanzar el lugar del corazón, es decir encender en sí mismo, prematuramente, la acción sensible de la gracia, constituye un grave error que invierte el orden requerido y la estructura lógica de la ciencia de la oración. Una tentativa semejante es orgullo y locura. No es bueno para un debutante utilizar las prácticas que los santos Padres aconsejan para los monjes experimentados y para los hesicastas.

Las ilusiones del demonio y la gracia de Dios Cómo se las distingue.

Que nadie, escuchando a un pecador hacer el relato de las grandes cosas realizadas por la acción del Espíritu , vacile ni se turbe, pensando que la acción de la que oye hablar es obra de los demonios, una ilusión. El debe rechazar esos pensamientos blasfemos. ¡No y no!. La acción de la ilusión no se manifiesta de ese modo. decidme:¿es posible al demonio, el enemigo, el asesino de nuestra raza, convertirse en médico? ¿Podría el demonio rehacer la unidad entre las partes y las potencias del hombre que han sido dispersadas por el pecado, liberarlo de su dominación y hacerlo salir del estado de contradicción y de guerra intestina para llevarlo a la santa paz de Dios ? ¿Podría el demonio liberar al hombre del abismo de su ignorancia y comunicarle un conocimiento vivo de Dios fundado sobre la experiencia y no sobre las pruebas venidas del exterior? ¿Podría el demonio predicar y enseñar en detalle lo que concierne al Salvador; predicar y enseñar cómo, por el arrepentimiento, podemos acércanos a El ? ¿Podría el demonio rehacer en el hombre la imagen original y restablecer su semejanza con Dios, la que el pecado ha turbado? ¿Podría elevar al hombre hasta la comunión con Dios, una comunión en la cual él llega a ser como si no existiera, sin pensamientos, sin deseos, enteramente sumergido en un silencio maravilloso? Ese silencio es la absorción de todas las potencias del ser humano que son, entonces, enteramente volcadas hacia Dios y desaparecen, de algún modo, ante su eterna majestad.

La ilusión actúa de una manera, y Dios de otra diferente. El Amo todopoderoso del hombre ha sido y sigue siendo su creador. El que ha creado y crea nuevamente ¿no conserva todo su poder? Escuchad, hermano bien amado, cómo se distingue la ilusión de la acción. La ilusión, cuando se acerca al hombre, ya sea en pensamiento o en sueño, por alguna idea sutil o por alguna aparición perceptible a los ojos del cuerpo, no se presenta jamás como un amo absoluto, sino como un encantador que busca hacerse aceptar por el hombre, para ejercer sobre él su dominio. La acción de la ilusión ya sea que se manifieste por fuera o en el interior del hombre, viene siempre del exterior; el hombre puede rechazarla. La ilusión deja siempre subsistir al principio una cierta duda en el corazón; s 2lo aquellos a quienes ella ha conquistado enteramente la aceptan sin vacilación la ilusión no rehace jamás la unidad en el hombre dividido por el pecado, no detiene las rebeliones de la sangre, no conduce al asceta al arrepentimiento ni lo empequeñece ante sus propios ojos; por el contrario, inflama su imaginación, refuerza los impulsos de las pasiones, le aporta una alegría insípida y emponzoñada y lo adula insidiosamente, inspirándole el contentamiento de si mismo e instalando en su alma un ídolo, el "Yo."

La unión del intelecto y del corazón Y su inmersión en Dios.

La acción divina no es algo material; ella es invisible, inaudible, inesperada, inimaginable e inexplicable por medio de analogías tomadas de este mundo. Su llegada y su trabajo en nosotros son un misterio. Comienza por revelar al hombre su estado de pecado y le pone delante de los ojos el horror al mal; lo lleva a condenarse a si mismo, le muestra su decadencia, ese terrible y sombrío abismo de destrucción en el cual ha caído por efecto del pecado de nuestro primer padre. Enseguida, poco a poco, la acción divina produce en él una atención acrecentada y la contrición del corazón en la oración. Habiendo preparado así el corazón del hombre, toma las partes divididas y, con un acto repentino, inesperado e inmaterial, las restablece en la unidad. ¿Qué es lo que las ha tocado? No podría explicarlo. Yo no veo nada ni escucho nada, pero sé y siento en mí una transformación repentina, debida a una acción todopoderosa. El Creador acaba de actuar, para renovar, como actuó una primera vez para crear. Decidme si el cuerpo de Adán , formado de polvo, yaciendo ante su Creador y todavía tener una noción de la vida y sentirla de algún modo. Cuándo fue repentinamente vivificado por el soplo de vida, ¿habría podido preguntarse si iba a aceptar ese don? Adán creado, se sintió repentinamente viviente, pensante, deseante. La recreación del hombre se produce de la misma manera repentina. El Creador ha sido y sigue siendo el amo absoluto; actúa con autoridad, de una manera sobrenatural, más allá de toda concepción y de todo pensamiento, con una sutileza infinita. Actúa espiritualmente y no materialmente.

Ha tocado con su mano mi ser todo entero , y mi espíritu, mi corazón y mi cuerpo han sido unidos, componiendo un todo único y simple. Han sido sumergidos en Dios y permanecen en él mientras una mano invisible, incomprensible y todopoderosa los retiene allí.

La unión con el Señor.

Todo verdadero cristiano debe recordar siempre, y no olvidar jamás, que lo más necesario para él es estar unido a nuestro Señor y salvador Jesucristo, con todo su ser. Que el Señor habite su intelecto y su corazón, y que así comience a vivir la vida de Cristo. El Señor tomó nuestra carne y nosotros debemos a nuestro turno tomar su carne y su Espíritu muy santo, haciéndolo nuestro y adhiriéndonos a ellos para siempre. Sólo una unión semejante con nuestro Señor nos dará esta paz y esta buena voluntad, esta luz y esta vida que hemos perdido en el primer Adán y que son renovadas actualmente por el segundo Adán. El Señor es, después de la comunión de su carne y de su sangre, la Oración interior de Jesús.

El papel de los métodos mecánicos.

Lo que es esencial e indispensable en la oración es la atención. No puede haber oración sin atención. La verdadera atención vivificada por la gracia, viene de la mortificación del corazón que rechaza al mundo. Los métodos mecánicos son siempre secundarios; son medios, no un fin. Los mismos Padres que recomiendan introducir la atención en el corazón uniéndola a la respiración dicen que, cuando el intelecto tomó el hábito de estar unido al corazón -o, más exactamente, cuando esta unión se cumple por el don y la acción de la gracia-, el intelecto no tiene ya ninguna necesidad del auxilio de esos métodos mecánicos, sino que se une al corazón por si mismo, por su propio movimiento.

Encontrar el lugar del corazón.

Cuando leemos en los escritos de los Padres algo que se refiere al lugar del corazón, que el intelecto descubre por la oración, debemos comprender que hablan de la facultad espiritual que existe en el corazón. Colocada por el creador en la parte superior del corazón, esta facultad espiritual es lo que distingue al corazón del hombre de aquél de los animales. Estos tienen, en efecto, como el hombre, la facultad de querer y desear, de experimentar celos o cólera. La facultad espiritual que está en el corazón se manifiesta -independientemente del intelecto- en la conciencia de nuestro espíritu, en los sentimientos de arrepentimiento, de humildad, de dulzura, en la contrición del espíritu, o la profunda lamentación por nuestros pecados y en otros sentimientos de orden espiritual; ahora bien, todo esto es extraño a los animales. La facultad intelectual en el alma del hombre, aunque espiritual, se encuentra en el cerebro, es decir, en la cabeza; igualmente, la facultad espiritual que llamamos el espíritu del hombre, aunque sea espiritual, se encuentra en la parte superior del corazón, cerca de la tetilla izquierda y un poco por encima. Así, la unión del intelecto y del corazón es la unión de los pensamientos intelectuales de la inteligencia con los sentimientos espirituales del corazón.

Un sentimiento de cálida ternura.

Es esencial que en el momento de la oración, el intelecto esté unido al espíritu y que ambos reciten juntos la oración; pero mientras el intelecto trabaja con palabras, pronunciadas mentalmente o en voz alta, el espíritu actúa por un sentimiento de cálida ternura o por las lágrimas. La unión de ambos está regulada según el tiempo señalado por la gracia divina; pero para el principiante basta que el espíritu simpatice y actué con el intelecto. Si la atención es mantenida por el intelecto, el espíritu sentirá muy pronto un verdadero calor y ternura. El espíritu es a veces llamado el corazón, como el espíritu es a veces llamado la cabeza.

Oración del intelecto, del corazón y del alma.

La oración es llamada "del intelecto," cuando es recitada por el intelecto con una atención y la simpatía del corazón. Es llamada "oración del corazón" cuando es recitada por el intelecto unido al corazón, cuando el intelecto desciende en el corazón y ora en sus profundidades. La oración es llamada "oración del alma," cuando surge del alma toda entera, con la participación del mismo cuerpo, cuando es ofrecida por el ser entero que se convierte, por así decirlo, en el medio de expresión de la oración.

En sus escritos, los santos Padres incluyen a menudo, bajo el nombre de "oración del intelecto" u "oración mental," a la vez la oración del corazón y la del alma. Sin embargo a veces los distinguen. Es así como San Gregorio el Sinaíta dijo:" Llamad a Dios sin cesar con el intelecto o con el alma." Pero en nuestros días, en que hay poca enseñanza oral sobre ese tema, conviene conocer las diferentes definiciones. Para algunos, es la oración del intelecto la que revela como más activa; para otros, la del corazón; para algunos otros, la del alma. Todo esto depende del don otorgado a cada uno, por naturaleza o gracia, por el Donador de todo bien. sucede también que, en el mismo asceta, prevalece, e incluso en la mayoría de los casos, esta oración está acompañada de lágrimas.

Cumplir los mandamientos Antes y depués de la unión del intelecto y del corazón.

No se cumple con los mandamientos, antes de la unión del intelecto y el corazón, como se cumple después. Antes de esta unión, el asceta sólo cumple los mandamientos con mucho esfuerzo, pues le es necesario forzar y vencer su naturaleza caída; pero una vez que esta unión se realizó la fuerza espiritual que une el intelecto al corazón lo impulsa por sí mismo a cumplirlos y vuelve el esfuerzo fácil y agradable:"Corro por el camino de tus mandamientos, pues tú mi corazón dilatas" (Salmo 118, 32).

Lo esencial en la oración.

Lo que es esencial durante la oración, es unir el intelecto al corazón. Esto no puede lograrse más que por la gracia de Dios y en el tiempo señalado por él. Las técnicas son ventajosamente reemplazadas por una recitación apacible de la Oración. Es necesario hacer una breve pausa entre cada invocación, la respiración deber ser calma y apacible, y el intelecto debe permanecer encerrado en las palabras de la oración. Por ese medio, se puede fácilmente alcanzar cierto grado de atención. Muy rápidamente el corazón comienza a sentirse en simpatía con la atención del intelecto mientras ora: comienza entonces a existir acuerdo entre el corazón y el intelecto y, poco a poco, ese acuerdo se transformará en unión del intelecto y del corazón: de ese modo, la manera de orar recomendada por los Padres se establecerá por sí misma. Los métodos mecánicos y corporales no han sido propuestos, únicamente, como medios de lograr fácil y rápidamente la atención en la oración, jamás como algo especial.

Lectura espíritual: Los autores rusos son más accesibles que los griegos.

Todos los escritos de los Padres griegos son dignos del mayor respeto a causa de la gracia abundante y de la sabiduría espiritual que contienen y exhalan. Sin embargo, los escritos de los Padres rusos son más accesibles a causa de la claridad y de la simplicidad de sus exposiciones y también porque son más cercanos a nosotros en el tiempo. Los escritos del starets Basilio son lo primero que deberíamos leer aquéllos que desean practicar con éxito la oración. Es además, para eso, que el starets los compuso, y es por ello que se los llama "introducciones" o "estudios preliminares" a la lectura de los Padres griegos.

La otra ribera del Jordán.

La práctica de la Oración de Jesús alcanza su cumbre cuando llega a la oración pura, la que es coronada por la apatheia o perfección cristiana, don de Dios, que él acuerda a esos luchadores espirituales cuando le place.

San Isaac el Sirio dijo:"Pocos reciben el don de la oración pura. Apenas se encuentra en cada generación una sola persona que alcanza el misterio cumplido en la oración pura y que, por la gracia y el amor de Dios, alcanza la otra ribiera del Jordán."




Los adversarios de la Oración de Jesús.

Algunas personas han desparramado un desdichado prejuicio contra la Oración de Jesús, aunque carecen de conocimiento personal que provenga de una correcta y larga práctica de la oración. Para esas personas, hubiera resultado más seguro y más sensato abstenerse de pronunciar un juicio sobre el tema: habrían medido su ignorancia completa acerca de esta tarea sagrada, en lugar de tomar sobre sí la misión de predicar contra la práctica de la Oración de Jesús y denunciar esa santa Oración como causa de ilusión diabólica y perdición del alma. Debo decir, a manera de advertencia, que condenar la Oración que utiliza el nombre de Jesús y atribuir a ese nombre un efecto perjudicial es tan violento como la condenación de los milagros de nuestro Señor pronunciada por los fariseos. Esa teoría ignorante y blasfema contra la Oración de Jesús, tiene todas las características de una pseudo-filosofía herética.




¿Conduce a la ilusión la práctica de la Oración de Jesús?

Hay personas que afirman que la Oración de Jesús es seguida de ilusiones, siempre, o casi siempre, y por lo tanto prohiben su práctica.

Admitir semejante idea y defenderla constituye una terrible blasfemia, una ilusión de un carácter totalmente deplorable. Nuestro Señor Jesucristo es la fuente única de nuestra salvación. El único medio por el cual podemos ser salvados y su Nombre humano ha recibido de su divinidad un poder santo e ilimitado para salvarnos. ¿Cómo podría, ese poder que opera nuestra salvación, el único poder que da la salvación, ser desnaturalizado y actuar para nuestra perdición? Semejante sugestión es absurda. Es un triste sin-sentido, blasfemo y destructor. Aquellos que siguen este razonamiento están verdaderamente embaucados por el demonio y abusan de una dialéctica falsa que proviene de Satanás.

Examinad las Santas Escrituras:encontraréis por todas partes el nombre del Señor Jesucristo glorificado y a su poder de salvación exaltado. Estudiad los escritos de los Santos Padres y veréis que todos, sin excepción, proponen y aconsejan la práctica de la Oración de Jesús, designándola como un arma más poderosa que ninguna otra en el cielo y sobre la tierra, un don de Dios, una herencia inalienable, uno de los legados más precisos y más elevados del Dios-Hombre, un consuelo muy dulce y lleno de amor, una prenda segura. En fin, id a los decretos canónigos de la Iglesia Ortodoxa Oriental, y veráis que, para sus hijos iletrados, monjes o laicos, la iglesia ha establecido la recitación de la Oración de Jesús, como supletoria de la lectura de los salmos y de las oraciones que se deben decir en la celda o la habitación de cada uno. ¿Qué peso, entonces, se puede acordar a los consejos de algunas personas ciegas, llevadas hasta las nubes y aplaudidas por otras también ciegas, en comparación con el testimonio unánime de las Santas Escrituras, de todos los Santos Padres y de los decretos canónigos de la iglesia respecto de la oración de Jesús?




La ilusión es de aquellos Que no practican la Oración de Jesús.

Existen buenas razones para mirar como error o ilusión el estado interior de esos monjes que, habiendo rechazado la práctica de la Oración de Jesús y el trabajo interior en general, se contentan con oraciones exteriores -asistencia asidua a los servicios de la iglesia y observancia estricta de una regla de oraciones privadas consistente exclusivamente en la recitación de salmos y oraciones vocales. No podemos dejar de estar imbuidos de sí mismos como lo explica el starets Basilio. Esa es precisamente la señal del espíritu imbuido de sí mismo: aquello que tienen ese defecto llegan a considerarse que llevan una vida de celo, y a menudo, por orgullo, desprecian a los demás. La oración verbal y vocal es ciertamente útil cuando está ligada a la atención, pero esto sólo sucede muy ocasionalmente, pues es sobre todo la Oración de Jesús la que nos enseña a conservar nuestra atención.

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