02 février 2006

Ananda Coomaraswamy, Tres extractos de cartas

Carta a Madre A. C. Ducey (hermana ursulina) - 25 de junio de l945

Querida Madre Ducey,
Le agradezco su gentil intención, si bien no pueda probablemente estar de acuerdo sobre el asunto en su totalidad. Con todo, debo decir que atribuir alguna limitación a otra religión con respecto a la nuestra, deriva generalmente de la ignorancia que tenemos acerca de esa otra religión. Por ejemplo, en el Hinduísmo, Dios no es “infinito bien e infinito mal”, sino que trasciende estas (y todas las otras) distinciones. Tales distinciones permanecen válidas para nosotros.... Él es el autor del bien y del mal en el sentido que en todo mundo creado deben existir tales contrarios o no sería un “mundo”. Cuando Él hace nacer y morir, da y quita la vida, hace cosas que desde nuestro punto de vista son al mismo tiempo bien y mal; pero Su Valor no es disminuido ni aumentado por uno u otro efecto. “El Señor me lo dió y el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor”. Es, en efecto, muy arduo, si no imposible, formular algunas críticas válidas con respecto a otra religión si no se han estudiado los textos sagrados y no se ha practicado su Vía tan a fondo como se puede asumir que se hayan estudiado aquellos de la propia y seguido la vía que le es típica. Una posición como la que sostiene Vd. se apoya sólo sobre una convicción a priori según la cual lo que Vd. conoce directamente debe ser el cuerpo de verdad superior y único por completo. Si ello es así o no, no ha sido indagado por Vd, puesto que su convicción le resulta suficiente. Todos sus actos positivos son buenos; tiene razón en creer furiosamente en su verdad. Pero la situación cambia cuando llega las convicciones negativas: su convencimiento a priori de los errores de los otros no prueba nada y no puede Vd. más que conducir sus indadgaciones basándose solamente en fuentes de segunda mano, que en el caso de las religiones orientales son muy peligrosas, puesto que estas religiones eran investigadas al comienzo por aquellos que cultivaban el propósito de refutarlas y a continuación casi siempre por estudiosos racionalistas a los cuales parecían una locura por el mismo motivo por el cual el Cristianismo parece una locura a la mayoría del mundo moderno. La última cosa que desearía negar (precisamente como lo querría para el Hinduismo) es que la religión en que usted cree constituya un cuerpo de verdad completo; pero niego (del mismo modo que para el Hinduismo) que lo sea en algún sentido exclusivo. Si no está de acuerdo con nosotros, al menos nosotros estamos con Vd. Por favor, no ore para que yo me convierta en cristiano; ore sólo para que yo pueda conocer a Dios cada día mejor...

Carta a P. Sorokin - 9 de enero de 1947 Querido Señor Sorokin,

De vez en cuando relexiono sobre el problema que me planteó, y vuelvo siempre a esto, que la única vía de salvación pasa a través de la filosofía, que la filosofía “con su liberación y purificación no debería ser algo a lo que uno se resiste” (Fedón, 82 D). Pienso que todas las guerras son proyecciones de la guerra que transcurre dentro de nosotros, el trágico conflicto entre "deber " y "querer"; de hecho, esto resulta explícito en la epístola de Santiago. La primera cosa a desear por los hombres ha de ser el estar "en paz consigo mismos" (Los cuentos de Homero y Hesíodo, 320). Se podría proceder desde este punto de vista para delinear la paideia de cada uno o el concepto de necesario “cultivo”" interior. El problema es el de como regenerar la filosofia convirtiéndola en modelo de vida. Haciendo camino, pensaba que el nuevo libro de John Wild podría ser bastante útil en esta dirección.

Carta a F. W. Buckler – fecha desconocida
Querido Profesor Buckler,
... Pienso que la furia proselitista implica un estado mental que sería vergonzoso en cualquiera. Los Cristianos deberían construir una civilización cristiana y dar su “testimonio” Vd. se alegraría de poder cambiar una religión sin destruir la cultura relacionada. Puesto que nuestra cultura ha sido secularizada, resulta natural para nosotros el pensar, ahora, que semejante cosa sea posible. Pero en un orden social como el que existe en la India, no puede Vd. separar la religión de la cultura más de lo que pueda separar el alma del cuerpo. Allá la separación entre sagrado y profano es difícil que exista. El Hinduísmo lo penetra todo: se podría decir que el lenguaje mismo resulta concebido para encarnar las ideas religiosas, y así no se podría sustituir una nueva religión sin constituir un nuevo lenguaje (que sólo podría ser un inglés elemental o un inglés bastardo). Lo mismo vale para toda la música y la literatura y para cualquier modo de vida. El misionero tiene perfectamente razón, desde su punto de vista, al oponerse a ignorar todos los elementos de la cultura india; debe hacerlo así si no quiere quedar alienado por la situación ambiente. Añadamos a ello que, naturalmente, le es imposible no pertenecer a su especie, y que por ello le es imposible no transmitir: todas las infecciones de la vida moderna. En otras palabras, el sólo efecto de su larga actividad misionera en Asia no es convertir sino secularizar. Debe Vd. resignarse a la alternativa: para convertir hace falta destruir la cultura.

De Selected letters of A. K. Coomaraswamy, (Oxford University Press, 1988).

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